"¿Son tus sueños o son sueños que te transmitieron para que creyeras que lo eran'"
Mientras leía a Coral Herrera esta frase se me clavo en el pecho, y es que mientras más lo pensaba más cierta era, los sueños que tuve, pudieron ser un producto cultural.
¿Qué quería ser de niña? Actriz o cantante, para salir en la televisión, para recibir miles de aplausos, para que todos me conocieran y me reconocieran, quería ser Belinda o Danna Paola, me comparaba además constantemente con ellas y con todo lo que pude ser y jamás fui, más tarde mi sueño dorado comenzó a ser encontrar al amor de mi vida, y creí conocerlo más de 8 veces, soñaba con vivir feliz junto a mi príncipe azul, tener un hijo y una hija, mellizos, ser esa esposa amada y devota que sí esta con la persona que siempre soñó.
Y así crecí, en la búsqueda de la felicidad pensando que esta sería el amor, hasta que llegue a ese momento de mi vida, dónde tenía un departamento con el amor de mi vida y habíamos tomado la decisión de estar juntos para siempre y aún así no era feliz.
Pero si era mi sueño, porque no era feliz, de repente me encontraba soñando despierta con estar soltera, comenzaba a preguntarme, ¿Y yo que quiero? de forma sincera, porque en más de una ocasión la mayoría de mis decisiones se basaban en lo que los demás pensaban, desde un corte de cabello hasta terminar relaciones, confiaba más en el mundo que en mí. Ese extremo donde incluso cuando tenía pareja que fueron 10 años de mi vida, un tercio de mi edad, llegaba a copiar su personalidad.
El efecto camaleón : Se trata de imitar los gestos, posturas, tono de voz, tipo de lenguaje, ritmo y pausas,… haciendo que el otro sienta que existe una “conexión” entre ambos. Esto por supuesto de manera inconsciente.
¿Te gusta mi personalidad? la cree para ti.
Si fui, el hecho de querer tanto encajar con las personas hacia que mi personalidad se viera diluida cada vez que entraba en una relación, porque en mi afán de buscar encajar, de buscar ser la media naranja, me acababa convirtiendo en una copia femenina de mi pareja, donde copiaba su lenguaje, gustos y en muchos casos incluso forma de vestir, o en otros casos convertirme en la mujer ideal con la que él soñaba. Esto consecuencia por supuesto de mi baja autoestima porque pensaba que el dejarme ser yo de verdad los alejaría. (Mi miedo al abandono siempre latente)
El miedo a atreverte a ser tú misma, viene precisamente de aquí, de ese miedo a ser rechazada, rechazada por la familia, amigos, pareja, trabajos, y aunque el rechazo únicamente nos aleja de lo que no va con nosotros para permitirnos acercarnos a lo que si, es un camino al que parecería una utopía llegar.
Cuando comencé a entender que no era feliz estando en una relación y que además no me sentía plenamente yo, me plantee que las cosas tenían que cambiar, esta transición de no fue de la noche a la mañana pero de a poco, me daba cuenta que estar sola, en realidad no estaba tan mal, para mi suerte la terapia y el feminismo fueron incluidos en mi camino y me hizo comenzar a cuestionarme.
"El feminismo incomoda porque obliga a salir de la zona de confort"
¿A quién le gusta salir de la zona de confort? Salir de la zona de confort implica, aprender, crecer, cambiar y eso siempre dará miedo.
Cuando comienzas el camino de la deconstrucción es doloroso, visibilizar la desigualdad de género , generar una conciencia critica ,precisamente, porque el espejismo de la igualdad está ampliamente difundido, renunciar a tus privilegios para buscar una sociedad igualitaria no es tarea fácil. Cuando te das cuenta y logras salir de la burbuja comienzas a entender, que aquello que creías tus sueños, no forman más que parte de la trampa, que te enseñaron a odiar tu cuerpo, a odiar a otras mujeres, que tu forma de vestir, el solo hecho de ser una mujer es una invitación, te enseñaron a buscar tu valor en una pareja, que para encajar es necesario quedarse callada y ser sumisa, delicada, no poner límites, que ser madre es obligación, que casarse es símbolo de éxito, que debemos complacer a los que amamos antes que a nosotras mismas, que somos cuidadoras y sanadoras, que el amor aunque duela será la felicidad, que una mujer es inferior a un hombre, que un hombre no debe ser débil ni hablar de sus sentimientos, que ser vulnerable es un crimen, que hay que ser el pilar de casa, que necesitan hacer todo solos y ser independientes, a excepción claro de las tareas del hogar o lo que sea relacionado con cosas de "viejas o jotos" porque claro también se nos inculca la misoginia y homofobia , que ser violento, tener muchas mujeres y tomar alcohol de formas exorbitantes es símbolo de virilidad, que deben tener un miembro grande y ser altos, donde los estereotipos de género que nos han enseñado e incluso la ropa, el cabello, los accesorios, los trabajos, las profesiones, deportes, las artes, la música, las películas, las bebidas, los colores, los cigarros tienen género.
Y que esto no quiere decir que todas las mujeres y todos los hombres encajen en dicho estereotipo social, pero quizá si encuentren algunas similitudes, esto depende mucho de su contexto social , la familia, dónde nació y creció, vivencias y experiencias , que posibilidades económicas existían, la educación, ideologías, creencias y valores.
Cuando descubres esto, se abre un mar de posibilidades, porque no solo te limita a lo que esta impuesto cultural y socialmente sino también, te hace tener una cosmovisión, sobre la forma en la que te relacionas contigo, con los demás y con aquello que de verdad te gustaría ser y tener. Claro que para ello se necesita querer ser tu mismx.
¿Pero quién soy en verdad? Creo que en un inicio se sabe más que no se quiere que lo que en realidad se quiere, atravesé múltiples etapas donde deje de querer ser la mujer ideal; deje de querer cierto estándar de cuerpo, cara, cabello; deje de esperar aprobación masculina; deje de vestirme para los demás; dejé de querer ser esa mujer de la que mis padres estuvieran siempre orgullosos por convertirme justo en lo que querían que fuera; deje de querer creer todo ; deje de ser esa persona que recibía la información como verdad absoluta; deje de querer ser esa mujer que confiaba más en los demás que en si misma; deje de querer ser esa mujer que quería adecuarse a toda costa ;esa mujer que esperaba la validación; esa mujer que entregaba todo de si misma con tal de ser amada.
En el fondo existe esa pequeña versión tuya que quiere salir al mundo a gritar quién en verdad es, pero que se ve callada todo el tiempo por el miedo. Y dejarla entrar muchas veces implica un reto, salir de la zona de confort, para aventurarte al camino de la verdadera felicidad pero también al camino de la confrontación de nuestras emociones y aquello a lo que más tememos.
La famosa zona de confort es un espacio psicológico donde las personas sé tienden a sentir seguras, Dónde se conoce todo y por ende se pueden controlar. El lugar dónde no se experimenta ansiedad ni miedo, pues no se asume riesgos, pero tampoco crece.
Para crecer se necesita de cambios en la rutina, en lo que crees, en aprender de tus errores, responsabilizarte de ellos , vencer miedos, adquirir mejores hábitos.
Y es que muchas veces nos casamos con la frase “Así soy yo” pero olvidamos que una de las gran maravillas del ser humano es la capacidad de poder reinventarnos constantemente, detrás de esta frase vienen justificaciones, donde se excusa como si el hecho de haber aprendido algo quitara la opción de desaprenderlo y si es bien cierto que nuestro temperamento, carácter, adquisición de valores, creencias, normas y personalidad se ha formado desde nuestro nacimiento, esto se puede ir modificando a lo largo de nuestra vida.
Wiebke Bleidorn psicóloga de la personalidad, profesora en la Universidad de Zúrich. en el departamento de psicología y presidenta de la Asociación para la Investigación de la Personalidad hasta 2023.
Asegura que han conseguido pruebas de que los rasgos de personalidad se pueden cambiar, especialmente si se tratan en las personas a la edad adecuada y se hace con esfuerzo, pueden cambiar si se produce una intervención persistente en el día a día de las personas.
Es dejar de vivir en “piloto automático” porque aunque es un lugar en el que nos sentimos confortables y segurxs. La pasividad y la rutina provoca apatía y vacío existencial, impidiendo ensanchar los límites de esa zona. El bienestar que se siente no es producto de la satisfacción o el orgullo personal, sino de que no hay emociones negativas como la incertidumbre o la inseguridad para refugiarnos.
Al dar el primer paso para salir de la zona de confort, puedes moverte a otros espacios: la zona de aprendizaje, la zona de pánico o la zona mágica.
La zona de aprendizaje es sinónimo de expansión, descubrimiento, crecimiento y retos. La zona de pánico es muy temida porque el miedo a lo desconocido es tan fuerte que te hace retroceder y evitar algo nuevo. La zona mágica, por su lado, surge cuando la tensión emocional que genera ese temor termina siendo más débil que la creatividad y que la motivación ; de dónde surge la Ley de Yerkes-Dodson con la ansiedad optima dónde se llega al nivel exacto de excitación y te permite mantener el rendimiento.
El proceso no es lineal y aunque pareciera que la ambición sería salir de la zona de confort para entrar a la zona mágica, lo cierto es que es muy fluctuante, enfrentarte a tus miedos cara a cara no es ninguna tarea fácil pero es algo necesario, el miedo nos protege pero también nos paraliza, aprender a equilibrarlo es sentarse a tomar un café con él sin dejar que este te intimide, que en tu viaje el miedo sea copiloto pero nunca conductor.
Justo vengo aprendiendo a hacerlo, porque el atreverse de verdad, implica de muchas cosas, más allá de solo quererlo, el proceso terapéutico me ha ayudado pero trabajar en mi misma, en mi autoestima, aprender a conocerme mejor, mis redes de apoyo, el feminismo, también me han dado parte de las herramientas para lograr alcanzar mi propio:
Y vivió feliz para siempre.
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